La catedral de El Burgo de Osma es, sin duda,
el principal tesoro artístico de la provincia tanto por su arquitectura como
por la cantidad de obras que contiene de varios estilos y épocas. Una de sus
joyas es el retablo de San Miguel Arcángel que el obispo Pedro Álvarez de
Acosta (1539-1563) encargó nueve años antes y donó oficialmente tal día como
hoy de 1559. Quizás una de las obras más destacadas del Renacimiento sacro de
la provincia y que ha sido atribuida por algunos a Juan de Juni o a su taller,
aunque hay especialistas que también lo relacionan con otros destacados escultores
como: Juan Picardo, Miguel de Espinosa, Francisco Giralte, Francisco de
Logroño, Isidro de Villoldo, o Manuel Álvarez.
Arquitectónicamente
consta de sotobanco de piedra, banco, único cuerpo con cinco calles divididas
por columnas
jónicas y ático. En el centro del banco aparece una escena de la
Magdalena mirándose en el espejo que sostienen dos ángeles. A sus lados
relieves con la rueda de Santa Catalina y cinco costillas, armas del obispo
donante. En la calle central del cuerpo aparece un San Miguel de bulto y a sus
lados las tallas de San Blas y San Nicolás de Bari, que están rodeadas por
relieves que representan a San Cosme, San Damián, San Jorge y Santiago. Sobre
ellos, unos tondos y relieves con los cuatro evangelistas. En la parte superior,
ático en frontón que cobija al Padre Eterno.
Retablo de San Miguel o del trascoro en la catedral de El Burgo de Osma. Dibujo de Isidro Gil en “Soria” de Nicolás Rabal (1889). |
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