Fidel Carazo (1919-2010) fue un polifacético personaje de esos que no dejan indiferente a nadie. Hombre apasionado donde los haya, o se le amaba o se le odiaba sin término medio. Principalmente fue periodista, director y propietario de “Soria, Hogar y Pueblo” (predecesor del Heraldo-Diario de Soria), procurador a Cortes, concejal, alcalde, senador y hasta poeta, pero también presumía de haber sido pastor, mozo de tren, seminarista, pintor de persianas, jefe de estudios en el colegio San Saturio, administrativo y padre de ocho hijos.
Fiel
a sus ideas propias y consecuente con ellas, escribió artículos y crónicas que
le ocasionaron no pocos quebraderos de cabeza, demandas, suspensiones por parte
de la censura franquista y hasta expedientes militares, y todo por decir lo que
le dio la gana y por fidelidad a unos principios que, generalmente, marchaban a
contracorriente de la generalidad pues, si durante la dictadura fue un
reconocido opositor del régimen, en democracia defendió lo que consideraba hubo
de bueno del régimen anterior.
Fue
alcalde de Soria desde el 1 de febrero de 1976 al 26 de abril de 1977, fecha en
la que dimitió para poder presentarse como candidato por Soria al Senado.
Elegido senador, ejerció como independiente, lo que le permitió hablar de los
diferentes temas en conciencia, sin disciplinas de partido y ser, por ejemplo,
el único senador soriano que votó “No” a la Constitución, uno del total de
cinco que votaron no en la Cámara Alta. Carazo presentó 31 alegaciones al texto
constitucional entre ellas: la que pretendía reconocer que Dios era el
principio de la democracia; negaba la articulación territorial propuesta; la
lengua (el español sea la lengua oficial del Estado) y la enseñanza. Pero,
también se le recuerda por los feroces ataques que sufrió por ser uno de los
pocos que se negaban a que la viuda del general Franco cobrase una pensión
extraordinaria.
Sin
embargo, la memoria colectiva le recuerda, sobre todo, por ser el principal valedor
del Centro de Investigaciones Nucleares de Lubia, un proyecto que hasta el
final de sus días lamentó que no se hubiera hecho realidad.
Falleció
el 18 de marzo de 2010, a las pocas horas de presentarse un libro que le
consideraba como uno de los periodistas de Castilla y León más influyentes de
su época, junto con Miguel Delibes y José Jiménez Lozano. Lo dicho: un hombre
criticado, comprometido, valiente y admirable por ser consecuente con sus
principios.
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