Hace unos días hablamos de la instalación de las monjas clarisas en su actual sede junto a la iglesia de Santo Domingo así como de las dificultades que tuvieron para ello. Esto contrastaba mucho con la riqueza que habían disfrutado desde el medievo, tanto por parte de los monarcas castellanos como de la nobleza local, siendo probablemente el convento soriano que más prerrogativas llegó a disfrutar y que convirtió a su iglesia en lugar de enterramiento de muchos sorianos nobles o pecheros, o que su convento fuera el destino definitivo de muchas jóvenes sorianas con más o menos vocación religiosa. Un ejemplo los parabienes de que disfrutó este convento lo comentaremos hoy. En esta jornada de 1367, estando el rey de Castilla Enrique II celebrando las Cortes de Burgos, confirmó el privilegio dado por Fernando IV en 1312, por el que concedía a las dueñas del monasterio de Santa Clara de Soria, como ayuda para su manutención, la cantidad mil maravedís anuales sobre los diezmos de las marcadurías que sacaren o metieren por el puerto seco de Soria.
En
cuanto a los orígenes de este monasterio, hay algunas certezas y no pocas
incertidumbres. Según alguna documentación antigua que cita otras
desaparecidas, el primitivo emplazamiento, del entonces convento de Santa
Catalina y bajo la orden de San Damián, estaría en o junto a la actual ermita de
Nuestra Señora de Inodejo, en las Fraguas, y que tuvieron que abandonar por las
inclemencias del lugar. De allí, hacia 1229 según Loperráez, o en 1286 según
Pelayo Artigas, se instalaron con el beneplácito del concejo de Soria en unos
terrenos comprados en una de las partes más elevadas de la ciudad,
convirtiéndose así en la comunidad religiosa más antigua de las que actualmente
persisten y única femenina durante mucho tiempo.
Aunque disponemos de pocos datos, suponemos que desde el
principio fue una comunidad floreciente con abundantes recursos desde su
instalación en Soria, ya que fueron favorecidas por abundantes privilegios
reales. Disponemos de confirmaciones reales como las del rey Sancho (1289), de Fernando
IV (1304 y 1312), de Alfonso XI (1345), de Pedro "el Cruel" (1351)...
Pero, también, patrocinios de la nobleza local, especialmente de los Gil de
Miranda, la familia de los San Clemente o los Río, que fueron los que
financiaron la construcción del templo y que, inminentemente, será el nuevo centro
cívico de la ciudad.Capilla mayor de la iglesia de Santa Clara antes de la reforma actual fechada hacia 1930. Fotografía de Olavarría o Antonio Sancho en la fototeca de la Universidad de Sevilla. |
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