El 22 de julio, festividad de Santa María
Magdalena, San Leonardo sufrió un gran incendio en que sólo se salvó la ermita
de la Virgen de la Cuesta. Este fue el tercero de una serie de incendios que en
los tres últimos años se habían repetido el mismo día. Coincidió en los tres
casos que sólo se salvó la citada ermita, por lo que los vecinos del pueblo no
pudieron entender otra cosa: que allí estuviera la mano de Dios o del demonio,
según se mire.
Tres días después, los vecinos de
San Leonardo decidieron encomendarse a la santa y la eligieron como patrona de la
villa para solicitar su protección y evitar que la catástrofe se repitiese. Los
vecinos de entonces prometieron que ellos y sus descendientes deberían celebrar
fiesta grande ese día con rezo de vísperas, procesión y
misa.
Parece
que ya entonces se estableció la pagana y sana costumbre de agasajar a la santa
protectora corriendo un novillo que después sería sacrificado y cocido en una
caldereta para repartir entre los vecinos en el paraje Fuente del Tío Briones. Festejo
que se sigue celebrando en la actualidad aunque esta comida se ha trasladado al
25 de julio, día de Santiago.
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