En la ciudad de Soria siempre ha habido afición
a la celebración de festejos taurinos con motivo de fiestas, celebraciones,
coronaciones de monarcas o motivos semejantes. Estos festejos solían celebrarse
en plazas, prados o emplazamientos fuera de la ciudad. Uno de los lugares más
empleados ha sido la plaza Mayor en la que los balcones que daban a ella se
convertían en auténticos palcos de lujo ansiados por todos los vecinos.
Para desarrollar estos festejos con seguridad, el
Ayuntamiento montaba cada vez un coso portátil con cerramiento de tablas de madera
que había que poner, quitar y que además del gasto ocupaba mucho espacio. En la
correspondiente sesión municipal de 6 de julio de 1850 se sacó a subasta el
montaje de la plaza, pero ya se planteó por primera vez la conveniencia de
construir una plaza de toros estable y se pensó que ésta podría construirse en
el lugar donde se encontraban los arruinados conventos de La Concepción (actual
colegio de las Escolapias) o el de San Benito pues además de darle uso al solar
se aprovecharía la propia piedra de las ruinas para la construcción.
Finalmente, se decidió construirla en el antiguo
emplazamiento de San Benito iniciándose las obras tres años después promovidas
por el Ayuntamiento y financiadas a través de una sociedad con un capital de
cuarenta mil reales formada por cuatrocientos accionistas que ganarían un
cincuenta por ciento de lo invertido. Los beneficios de las corridas serían
para los accionistas a excepción de los actos taurinos de los sanjuanes que
tenían carácter gratuito.
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