La organización política y social de la ciudad
de Soria en la Edad Media resultaba muy compleja y diferente de nuestro actual sistema.
Pero, a grosso modo, podemos resumir diciendo que la clase alta de la ciudad,
aglutinada en los Doce Linajes, copaba casi todos los cargos en el concejo de
la ciudad dejando una mínima representación a los vecinos no nobles agrupados
en el Común de Hombres Buenos.
En este contexto el concejo, con mayoría de los
nobles, decidió que algunos beneficios económicos que disfrutaban los del Común
tendrían que ir a parar a las arcas municipales por lo que quiso apoderarse de
las recaudaciones a las que tenía derecho por concesión real la Cofradía de San
Miguel y de San Hipólito formada por vecinos del Común. Estos derechos y
privilegios, escasos en comparación con los que disfrutaban los caballeros de
los Linajes, los obtenían por el control en las medidas de pan, vino, aceite, carne y
otros productos vendidos al peso, además del cobro de las penas y caloñas
impuestas a quienes falsificaban medidas, pesas y varas. Lo que les reportaba una
respetable cantidad de dinero.
Las discrepancias produjeron que la cofradía llevase
el asunto a los tribunales que según sentencia de 8 de julio de este año se reafirmó
el derecho de la cofradía a cobrar los impuestos frente a las tesis mantenidas
por el concejo.
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