Con la perspectiva actual que tenemos de Soria
en pleno siglo XXI nos cuesta mucho imaginar lo diferente que sería la
situación en plena Edad Media. Cuando nuestra provincia era zona fronteriza y,
por lo tanto, sujeta a los vaivenes belicosos de los monarcas de los reinos
vecinos que ansiaban arrebatar estas tierras a Castilla o de los propios nobles
castellanos que pretendían el señorío de estas tierras.
La noticia viene a cuento de que en esta jornada
el Procurador del Común de los Hombres Buenos de Soria, don Gil Blas, consiguió
que el rey Juan I de Castilla confirmase el privilegio del portazgo que
concedió en su tiempo a Soria su antecesor el rey Sancho “El Bravo” con el fin
de distinguir, premiar o compensar a los habitantes de una zona que sufría
muchas penalidades.
Precisamente, el documento original de esa concesión
se perdió en una guerra. Concretamente, la acaecida como consecuencia de la protesta
de los de Soria a ser vasallos de Bertrand Duguesclain quien ante su negativa
de someterse a las órdenes del rey y entregarse a su ducado, incendió el arrabal
de la ciudad y atacó el Castillo. Aunque venció y ocupó militarmente la ciudad
no lo pudo hacer moralmente pues los sorianos sacaron ese gen numantino -que llevamos
dentro- y no se doblegaron a los intereses del francés que tuvo que pedirle al
rey que mejor le compensara con otra cosa ya que con los sorianos no se puede
ni por las malas.
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