En estos años el proceso
conocido como Reconquista avanzaba muy despacio y casi se puede decir que
incuso retrocedía en contra de los intereses cristianos pues el
rey de Marruecos Mahomed Ibn Yacub había formado un gran ejército y
desembarcado en el sur de la península con la intención de extenderse hacia el
norte.
El
rey castellano Alfonso VIII estaba enfrentado con los reinos cristianos vecinos
pero ante el inminente peligro que les venía encima hizo un esfuerzo
diplomático y logró pactar una alianza militar con los reyes de León y de
Navarra para enfrentarse juntos a los musulmanes.
El
ejército cristiano era formidable. Pese a eso, había recelos comunes, escasa
comunicación, ansias de gloria de uno y desconfianzas de otros. Todo ello hizo
que el rey castellano iniciase unilateralmente el combate sin el auxilio leonés
y navarro. El 19 de julio de 1195, atacó a los musulmanes en Alarcos donde fue
derrotado lo que supuso que la zona de La Mancha pasara de nuevo a manos musulmanas.
Los
navarros y leoneses entendieron que la derrota de Alarcos había sido el justo
castigo divino a la libidinosa vida que mantenía el rey Alfonso, casado con
Leonor pero viviendo en Toledo con su amancebada la judía Raquel. La derrota
rompió las relaciones diplomáticas entre los tres reinos y supuso una
importante debilidad para Castilla a la que alguno quiso sacar interés.
El
rey navarro Sancho VII “el Fuerte”, además de reprobarle a Alfonso la derrota
de Alarcos, como se sentía cercado por Castilla y por Aragón aprovechó la
debilidad de su enemigo y decidió entrar con su ejército en Castilla arrasando Soria
y Almazán «matando et
quemado et robando todo quanto fallaban» quedando estas
zonas prácticamente despobladas. A raíz de este ataque a Soria se decidió
construir o afianzar el Castillo y las murallas que pudieran existir
previamente.
De
lo cual, se plantean varias hipótesis:
Una
dice que fue el propio rey navarro el que se asentó en Soria y construiría la
parte más antigua del castillo dotándolo de doble muralla y de barbacana. Hay
quien dice incluso que fue en estos momentos cuando el navarro puso al castillo
el nombre de Oria y a una población cercana la llamó Garray, ambos nombres de
origen vasco.
Otros
historiadores creen que Soria hasta entonces carecía de murallas y que como
consecuencia de aquel ataque sus habitantes se dieron cuenta de la necesidad de
construir una muralla que les protegiese y serían ellos quienes iniciaran la
construcción de un cerco amurallado, una posibilidad un tanto extraña sin
contar con el apoyo y permiso de su rey.
Finalmente,
la hipótesis más aceptada es que para favorecer la tierra soriana a la que tanto
debía y que tanto sufrió por las malas decisiones tomadas, el rey Alfonso VIII
adoptaría algunas medidas de discriminación positiva, como se dice ahora, y
sería en estos momentos cuando el rey decidió amurallar Soria y concederle unas
serie de derechos y privilegios especiales recogidos en un Fuero propio y
exclusivo. Esta iniciativa de construir el Castillo de Soria sería la razón por
la que la cabeza de este monarca figura hoy en el escudo de la ciudad, en lo
alto, saliendo a caballo por la puerta, e incuso sea el personaje que ocupa el
centro de la rueda de los Linajes.
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