martes, 17 de mayo de 2016

17/05/1866: La ciudad de Soria se encontraba en pleno proceso de expansión: ampliándose, creciendo en población y modernizándose. Al tiempo que los sorianos no entendían qué pintaba algo tan obsoleto como las puertas y las murallas arruinadas que, por otra parte, los informes sanitarios de la época calificaban como algo sucio e insalubre.
Las puertas, además, se habían ideado para una función defensiva y eran poco prácticas puesto que no dejaban pasar a dos carros a la vez. Por este motivo, las autoridades dispusieron el derribo de las puertas que quedaban en pie, eliminado también todo aquel tambor o lienzo de muralla que impidiese el correcto desarrollo urbano. La medida fue llevada a cabo de inmediato procediendo al derribamiento de la puerta del Postigo y de sus dos tambores. La demolición dejó al descubierto alguna vivienda particular por lo que, en tal día como hoy de 1866, el maestro de obras Zacarías Benito Rodríguez presentó el proyecto para tapar las viviendas que habían quedado al descubierto por este derrumbe.

De aquello hace ciento cincuenta años y aunque la sensibilidad hacia la muralla de la ciudad es diferente, este cambio ha sido muy reciente y poco generalizado pues, en general, los sorianos no tenemos mucha idea ni siquiera de por donde discurría nuestra muralla.
Muy diferente es el caso de Almazán que además de de mantener varias puertas en buen estado va despejando poco a poco sus lienzos convirtiéndola en un motivo más de visita, de admiración y, por qué no, hasta de envidia.


Hipotética reconstrucción de la puerta del Postigo de Soria, entre las calles Collado y Marqués de Vadillo con Puertas de Pro a la izquierda y Claustrilla a la derecha.
Dibujo realizado por Felipe Barnuevo tras analizar profundamente la documentación existente.

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