lunes, 23 de noviembre de 2020

24/11/1947: Inauguración del Mandarria.

El 24 de noviembre de 1947, el matrimonio formado por Demetrio Valero y Felisa Romera abrió en el nº 24 de la calle Real de Soria un establecimiento dedicado a la venta de vinos, taberna y alimentos en conserva: la taberna Mandarria. El negocio, situado en el bajo de su vivienda familiar, era atendido por los dos, pero fundamentalmente por Felisa pues él, además ser agricultor y dedicarse a las labores del campo, falleció prematuramente.

A aquel establecimiento acudían los vecinos del barrio como el “Tirillas”, el “Miñarro” o el “Chúpeles”, también los matarifes del cercano matadero, los niños del barrio a cumplir algún recado o comprarse alguna golosina, y tampoco faltaban visitantes y turistas que discurrían por la calle Real, entre ellos Julián Marías o la infanta Margarita de Borbón de quien Miguel Moreno -que sin conocerse el porqué llamaba a este lugar “la Casa de la Cultura”- decía fue fiel visitante hasta su cierre. Allí era posible encontrar productos hoy prácticamente desconocidos como el vino rancio, el ajerezado, un peculiar tinto dulce distinto al del resto de bodegas sorianas, o una limonada de Semana Santa como nadie más la ha vuelto a hacer, pero también se podían comprar latas de mejillones, una tajada de atún en escabeche y hasta tomates de bote por unidades que Felisa vendía a granel desde una lata de cinco kilos. También era posible rellenar los mecheros de gasolina con una máquina a monedas, pero sobre todo era posible llevar una conversación tranquila pues la taberna no tenía radio, música, ni televisión, y sólo en sus últimos años llegó a contar con máquina tragaperras.

No era un local fino, apenas una sobria barra de obra con mostrador de mármol, balanza delante de unas estanterías de madera pintada de gris con un reloj en forma de barril, una austera decoración completada con veladores de mármol y banquetas apenas iluminadas por dos fluorescentes y una ventana. Todo ello le confería una familiaridad que invitaba al cliente habitual a disfrutar de sus productos y de la amistad que siempre ofrecía la señora Felisa, una mujer dura y trabajadora pero que siempre tenía una sonrisa amable.

Allí no había grifo de caña y la cerveza se bebía en botellín. Pero lo que más se tomaba era, sin duda, vino tinto, clarete o blanco, en vaso o incluso en un pequeño porrón. También se tomaban licores, anís y coñac sobre todo, y se fumaba, se fumaba mucho, tanto que el extractor redondo de la pared apenas daba abasto para sacar la nube de humo.

Aquella tranquilidad del día a día se rompía cada Nochebuena, cuando los hombres y niños del barrio (salvo la de Felisa o su hija, la presencia de mujeres no fue usual hasta pocos años antes de cerrar) se juntaban por la tarde de ese día para celebrarla cantando villancicos al son de las cañas y panderetas mientras se tomaba moscatel o perolo.

Finalmente, en 1987, a Felisa le llegó la edad de jubilación, sus hijos tenían otras profesiones y la taberna Mandarria cerró sus puertas para siempre, clausurando mucho más que un negocio familiar pues para entonces había trascendido a la sociedad soriana y, sin dejar de ser suyo, aquella diminuta y añorada taberna ya era también un poco de todos los que la frecuentamos alguna vez.


Mostrador de la taberna en 1958. Imagen tomada del libro de Juan Antonio "Historia Epidemiológica de Soria. Soria 1900-2010 el mañana del ayer" Ed. Fundación Científica Caja Rural de Soria, 2011.


1 comentario:

  1. Y la bodega que los am igos llamaban "el laboratorio" con sus tinajas con una goma de la que aspirando se llenaban las jarras de barro

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