Según una Real Orden, de 8 de noviembre, correspondía a las corporaciones locales la disposición o creación de las escuelas de párvulos para la formación de los niños, una competencia municipal más que se unía a las levas y financiación de gastos militares en plena guerra contras los carlistas.
Para fundar la escuela en la capital el Ayuntamiento destinó los mil trescientos treinta y un reales que constituían el fondo de multas, una cantidad todavía insuficiente, por lo que al alcalde Pablo Ramos no le quedó más remedio que recurrir a la buena voluntad de las clases acomodadas de la ciudad para que suscribieran unas acciones de veinte reales anuales. Aquellos vecinos respondieron y con esas personas se constituyó una Junta con varios socios que se encargaran de la financiación y de la creación de un Reglamento.
Finalmente, y gracias a la contribución desinteresada de personas de clase acomodada de cualquier tendencia política, a primeros de abril del año siguientes se logró constituir una junta ciudadana que logró inaugurar una escuela de párvulos para niños y niñas de entre tres y cinco años en la que los pobres acudieran gratuitamente y en la que, conforme al reglamento aprobado, se desarrollase la inteligencia, arraigasen unos principios religiosos y morales, y ejercitasen las fuerzas físicas.
A la derecha, primera escuela de párvulos de Soria hacia 1920. JCYL AHPSo 427, archivo Carrascosa, atribuible a Tiburcio Crespo Palomar. |
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