El sitio de Numancia es sin duda un acontecimiento histórico reconocido en la Historia universal, unos hechos mitificados y a menudo empleados para destacar virtudes como el valor, la gallardía o el patriotismo y al que se ha recurrido en ocasiones para elevar la moral de los combatientes y que, junto a otros asedios como los de don Guzmán el Bueno, el del Alcázar de Toledo o el de Sagunto, representaban a la perfección aquellas bizarras virtudes que se esperaba de los hombres y mujeres de la Nueva España surgida en 1939.
En ese contexto histórico y
promovido originalmente por unos sorianos residentes en la localidad valenciana
de Sagunto y por algún saguntino residente en Soria, se llevaron a cabo algunos
intercambios, actividades y actos ceremoniales por parte de Falanges juveniles
de Sagunto y Soria al ser considerada la heredera natural de Numancia. Uno de
esos intercambios tuvo lugar en el verano de 1953 y consistió en que los
falangistas sorianos llevaron hasta Sagunto una caja con tierra quemada y
piedras numantinas que fueron allí enterradas, a lo que siguió el acuerdo
municipal de dedicarle allí una calle a Numancia.
Unos meses después el
Ayuntamiento de Soria entendió que debía devolver el homenaje de forma que el
pleno municipal de 5 de noviembre de 1953 presidido por el primer teniente de
alcalde Narciso Fuentes López por enfermedad de Eusebio Fernández de Velasco,
acordó dar el nombre de Sagunto a una calle de la ciudad, eligiéndose una de
nuevo trazado en la zona del Campo del Ferial coincidente con las traseras del
Museo Numantino.
Calle Sagunto en las traseras del Museo Numantino hacia 1963, colección de Joaquín Alcalde. |
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