Unos meses antes el arqueólogo alemán Adolf Schulten había venido hasta Soria para excavar en Numancia donde fue recibido con los brazos abiertos, al menos oficialmente, pues extraoficialmente parece que la presencia de un extranjero que investigase un yacimiento que era el orgullo nacional de los españoles, a alguno le causó sarpullidos en su conciencia patriótica.
Es cierto que poco ayudó el hecho de que Schulten afirmase haber descubierto la Numancia celtibérica, algo que estrictamente es cierto pues demostró lo que Eduardo Saavedra había sospechado, y empeoró radicalmente cuando el abad Santiago Gómez Santacruz -una autoridad religiosa y cultural en la Soria de la época- fue testigo de cómo algunos cajones con piezas arqueológicas desenterradas de Numancia por el alemán habían partido hacia Alemania sin darles la oportunidad de observarlas e inventariarlas a los arqueólogos españoles.
Al final de la campaña
arqueológica los apoyos locales del alemán se habían reducido a un puñado de
personas que quisieron homenajear a Schulten y a su ayudante Konen con una cena
banquete en dependencias de la Diputación provincial, pero servida por la fonda
de El Comercio, y que consistió en sopa, fritos variados, merluza con
guisantes, pollo asado, ensalada, entremeses, postres café y licores. Entre los
asistentes se encontraban Felipe Las Heras, director de facto de El Avisador
Numantino, Mariano Íñiguez, Blas Taracena, Mariano Granados…, que tras la cena
acompañaron a los homenajeados hasta la estación del ferrocarril pues esa misma
noche partieron hacia su país con la intención de regresar al año siguiente
para continuar sus investigaciones, algo que realmente sucedió pero no
exactamente como ellos deseaban. Lo veremos en otro momento.
Schulten, sentado en el centro, durante las excavaciones en Numancia. Foto del Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid en elmundo.es |
No hay comentarios:
Publicar un comentario