Una de las últimas barbaridades cometidas por los franceses poco antes de ser expulsados de la ciudad fue, como represalia a unos ataques que habían sufrido por parte de las tropas españolas, el incendio del entorno de las actuales plazas de Herradores y Marqués del Vadillo, así como de las calles Numancia, Claustrilla y Puertas de Pro. No tenemos una idea concreta pero el destrozo cometido debió ser importante causando incluso alteraciones en el desarrollo de los festejos taurinos de las fiestas, pero aún tendrían que esperar los sorianos algunos años para revertir la situación.
Tras finalizar la guerra en Soria tocó
cerrar heridas y arreglar desperfectos, y entre ellos el qué hacer con toda esa
parte de la ciudad, probablemente la mejor zona urbana en la época, por lo que
a primeros de julio de ese año el Ayuntamiento encomendó al maestro Dionisio
Badiola que ideara un proyecto de reconstrucción del arrabal.
En dos semanas, el 23 de julio de 1813,
Badiola presentó una propuesta de reconstrucción tan radical, diferente e
innovadora a lo que había y lo que sigue habiendo hoy, que vale la pena
detenerse un poco a analizarlo.
Badiola propuso partir desde cero,
retirar las ruinas y derribar las construcciones que quedasen en ese lugar
hasta la actual Mariano Granados para convertirlo en un espacio diáfano en el
que construir una plaza de planta cuadrada de unos cincuenta metros de lado,
porticada con soportales y cerrada salvo por sus cuatro accesos resueltos en
modo de arcos de medio punto orientados a los cuatro puntos cardinales y
abiertos en el centro de cada panda, siendo el principal el construido delante de la
Puerta del Postigo, y que reafirmaba al Collado como eje fundamental de la
ciudad. Esa puerta de la muralla quedaría englobada en el proyecto reconvertida
en un túnel abierto a la plaza, un conjunto urbano dotado de una misma
homogeneidad arquitectónica que levantaba edificios de dos plantas con
viviendas y bajos porticados, posiblemente para usos comerciales, que se
extendían por la actual calle Numancia hasta la Tejera
El resultado sería la clásica plaza
Mayor al estilo salmantino o madrileño que todos tenemos en mente aunque de
menores dimensiones. No sabemos qué pensaron del proyecto nuestros antepasados,
y sólo nos ha trascendido que fue rechazado, aunque no sería raro pensar que la
auténtica razón de aquel rechazo sería el elevado coste económico, por lo que
al final dispusieron reedificar nuevos edificios en la plaza de Herradores
conforme a las mismas alineaciones que
tenían anteriormente.
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