Según la inscripción que aparece en su capilla ubicada en la colegiata de su pueblo natal, en esta fecha y a los 64 años de edad falleció Tomás Martínez Gómez, universalmente conocido como fray Tomás de Berlanga, si bien hay que reconocer que otras biografías más o menos oficiales ofrecen fechas distintas como el 7 de junio o el 8 de agosto, y que ni siquiera hay unanimidad en su edad pues con seguridad no se conoce su fecha de nacimiento.
En cualquier caso la
ocasión lo merece pues hace mucho que no hablábamos de él, y en verdad fray
Tomás es un soriano de esos cuyo nombre nos suena a casi todos pero cuya
memoria es de justicia dar a conocer y reivindicar ya que fue un importante
personaje del siglo XVI, reconocido sobre todo en América, donde dejó su
impronta, y mucho menos en Europa, donde casi todos deberíamos recordarle a la
hora de la comida o de la cena.
Tomás Martínez Gómez nació en Berlanga
de Duero, entre 1487 y 1490, en una casa ubicada en el barrio de Judería lo que
ha hecho pensar en la posibilidad de que perteneciese a una familia de
conversos. Pese a ese posible origen hebreo el joven berlangués ingresó como
fraile en la orden dominica, auténtico azote y perseguidora de heterodoxos,
herejes y falsos cristianos, aunque el carácter de fray Tomás no parece que
correspondiera a ese prototipo inquisidor y violento, sino más bien al
contrario, pues en el desarrollo de su labor evangelizadora en los territorios
descubiertos en América destacó por su defensa de los derechos humanos de los
indígenas lo que le causó no pocas enemistades. Se le considera además un
adelantado a su tiempo, alguien que viajó más allá del mundo conocido,
geográfico y mental, y que ideó proyectos imposibles entonces como la
conveniencia de un canal que uniera los océanos Atlántico y Pacífico.
Destinado a América a evangelizar, como
tantos otros religiosos, sus superiores reconocieron en él otras virtudes y
pronto le encomendaron cargos destacados en la propia jerarquía eclesiástica
como el de obispo, pero además le encomendaron otro tipo de funciones de
carácter político y diplomático. Sin embargo, si fray Tomás ha pasado a la
Historia ha sido por ser el descubridor del
archipiélago de las Galápagos en Ecuador, y más que eso, que no es poco,
porque fue quien llevó el cultivo del plátano desde Canarias a América, y por
introducir en Europa elementos tan imprescindibles hoy en nuestra dieta como la
patata, el perejil o el tomate.
Hacia el mes de enero de
1535, fray Tomás de Berlanga, entonces obispo de Panamá, recibió órdenes de
investigar si eran ciertas o no las reclamaciones de los indígenas sobre el
papel de Pizarro con respecto al oro del rescate de Atahualpa, el saqueo de
Cuzco y sobre las disputas con Almagro. En el viaje que emprendió, su nave se
extravió y se desvió de su ruta original, con lo que el 10 de marzo de 1535
descubrió un desconocido archipiélago de islas en el océano Pacífico, las islas
Galápagos, así llamadas al descubrir muchas especies nuevas de iguanas, pájaros
y tortugas.
Cuando regresó a España, en 1541, se
trajo consigo muchos recuerdos, especies animales y vegetales, si bien en su
pueblo natal lo recordarán siempre por el enorme lagarto que les regaló, un
caimán que se trajo disecado hasta su pueblo y que persiste colgado de una
pared de la Colegiata de Berlanga asustando a algunos y sorprendiendo a todos.
Fray Tomás presentó la renuncia a su
cargo de obispo, que le fue concedida en 1545, año en el que regresó a Berlanga
donde residió hasta su muerte.
Escultura de fray Tomás de Berlanga en la parte vieja de la ciudad de Panamá. Foto de bowmanpoole. |
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