El cine y las novelas nos han hecho pensar que
las relaciones feudales entre los señores y sus súbditos eran siempre parecidas
a la esclavitud pero no sería justo generalizarse a la totalidad pues ha habido
señores que se han ocupado del bienestar de sus siervos tanto como del propio.
Sin embargo y aunque han sido menos frecuentes, son más conocidas las
situaciones injustas como las que hoy queremos traer al recuerdo.
A finales del siglo XV era señor de Caracena con Alonso Carrillo de
Acuña, un déspota señor que disfrutaba del señorío de Caracena y la aldea de Inés
desde que le fue concedido pocos años antes por los Reyes Católicos en
agradecimiento a sus favores y conspiraciones en la Corte a favor de Isabel y
Fernando. En sus posesiones de Caracena debió pensar que era amo y señor de la
vida de sus vecinos pues emprendió una serie de actuaciones que ocasionaron las
quejas de sus súbditos que, a diferencia de los esclavos, tenían una serie de
derechos como el de quejarse y trasladarlo a la Corte. —Aunque para el caso que
se les hizo—.
En esta fecha los vecinos presentaron un informe en el que recogían los
agravios, fuerzas y sinrazones a los que le sometía su señor
quien había llegado a amenazarles si acudían a la justicia real. Los Reyes,
imaginamos, harían poco más que darle un tironcillo de orejas pues las quejas y
reclamaciones volvieron a repetirse en otras ocasiones, pero poco más podrían
hacer pues además de los problemas internos con la nobleza de la época no
querrían agraviar o enfrentarse a uno de los pocos que habían apostado por su
boda y que tanto les estaba ayudando entonces en la guerra contra Granada.
Castillo de Caracena (Soria) reconstruido por Alonso de Carrillo a finales del XV. |
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