El 14 de octubre nació en Valdeavellano de Tera don Ramón Benito Aceña,
un personaje al que nos hemos referido en varias ocasiones y del que seguiremos
hablando pues sus logros políticos y aportaciones personales perduran en la
actualidad, y el hecho de que tenga dedicada a su memoria una plaza cuyo nombre
oficial nadie recuerda pues todo el mundo la llama por el nombre popular, plaza
de Herradores, nos parece muy poco homenaje.
Don Ramón nació en una familia acomodada de grandes propietarios ganaderos.
Estudio Derecho, fue miembro de varios consejos de administración en varias
sociedades, sobre todo ferroviarias, realizó inversiones en sociedades
hipotecarias, fue funcionario de la administración pública en varios
ministerios y se le llegó a ofrecer la alcaldía de una población en Cuba, cargo
que rechazó para dedicarse a los negocios pues además de dedicarse a las
empresas agrícolas y ganaderos de su familia también se dedicó a comprar
tierras y cortijos en la provincia de Córdoba además de fincas desamortizadas
en la zona de Santa María de Huerta.
A una edad tardía,
con 41 años, en 1871 decidió dar un vuelco a su vida y sin abandonar los
negocios se dedicó a la política presentándose a las elecciones de 1871 como
candidato del partido Conservador por el distrito de Soria al Congreso de los
Diputados. Fue elegido y representó a Soria en el Congreso durante ocho legislaturas como diputado y como senador
desde 1899 y hasta su muerte en 1916.
Aunque
residió en Madrid y en Sevilla, acudía a Soria con frecuencia y conocía sus
problemas de primera mano. Pese a ser un terrateniente y hasta un cacique, a
diferencia de otros políticos provinciales de la época don Ramón supo ganarse
el cariño y la confianza de sus electores que, con independencia de su
ideología, le votaban mayoritariamente pues demostraba su activo papel en las
Cortes trabajando y reivindicando los intereses de la provincia.
Quizá su mayor
logro político fue que el ferrocarril Soria-Torralba llegase a ser una realidad
pues, en principio, no contaba con el interés de los gobernantes nacionales ni
de las grandes empresas, pero don Ramón supo hacer que el proyecto fuese
interesante. También intervino en la redacción de proyectos legislativos para
el desarrollo de la agricultura y la ganadería, consiguió la construcción de la
carretera del Zarranzo al Valle, consiguió una subvención del Estado para
edificar la Escuela
de niñas y en parte el nuevo juego de pelota. Otros grandes logros que
consiguió aportando dinero de su propio patrimonio fue la construcción de carreteras y caminos en su pueblo, legó
edificios para que se instalase el ayuntamiento y el juzgado.
Sin embargo las
donaciones más destacadas fueron la construcción de un monumento en honor a los
héroes de Numancia y la construcción del Museo Numantino que donó al Estado.
Don Ramón murió en Madrid en diciembre de 1916,
muy pronto hará un siglo, lo que convertirá la efeméride en la ocasión idónea
para honrarle y reconocer su filantrópica labor.
Retrato de Ramón Benito Aceña, obra de Maximino Peña, en el Museo Numantino perteneciente a los fondos del propio museo. |
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