jueves, 28 de abril de 2016

28/04/1168: Las relaciones entre los obispos y los abades de los  monasterios no han sido precisamente fáciles a lo largo de la historia; por lo que hay que destacar la buena relación que hubo entre el obispo de Osma don Juan y el abad de Santa María de Huerta y futuro santo fray Martín de Finojosa.
En el día de hoy de 1168, el obispo le donó al abad sus derechos episcopales en la localidad de Boñices, autorizándoles a construir una iglesia parroquial regentada por los monjes pero sin permiso para establecer allí abadía ni priorato sin su consentimiento. A cambio de la donación, los de Huerta pagarían todos los años el día de Todos los Santos, 1 de noviembre, la cantidad de un maravedí con destino al refectorio de la catedral.

Desconocemos si el maravedí se sigue pagando o su equivalencia actual en euros, pero no estaría de más que la costumbre se mantuviera como la vida en las calles de Boñices pues hoy se trata de un despoblado, lo que no significa que esté abandonado.

Boñices fue uno de los lugares reflejados por Benito Pérez Galdós en su novela soriana “El Caballero Encantado” quien suele ofrecer datos que parece que tomó del diccionario de Madoz aunque en este caso ambos autores difieran al tratar de Boñices. De este pueblo –en el que nunca estuvo– Galdós dice cosas como que "… se llama Boñices, que a poco que se resbale la lengua la llamaríamos Boñigas: tal es su insignificancia y humildad. Los niños descalzos y andrajosos, las mujeres escuálidas y con ropa remendada... desdichadas personas".
Más tarde explica que todo el pueblo está rodeado de agua estancada que produce enfermedad...
Sin embargo, y pese a estas críticas recibidas, en el desarrollo de la novela el lector no puede dejar de sentir cierta simpatía por la humildad y bondad de las gentes de este pueblo.


Interior de la iglesia de Boñices (Soria).

Autor fotografía: José Antona.

No hay comentarios:

Publicar un comentario