28/04/1168: Las relaciones entre los obispos y los abades de
los monasterios no han sido precisamente
fáciles a lo largo de la historia; por lo que hay que destacar la buena
relación que hubo entre el obispo de Osma don Juan y el abad de Santa María de
Huerta y futuro santo fray Martín de Finojosa.
En el día de hoy de 1168, el obispo le donó al abad sus derechos episcopales
en la localidad de Boñices, autorizándoles a construir una iglesia parroquial
regentada por los monjes pero sin permiso para establecer allí abadía ni
priorato sin su consentimiento. A cambio de la donación, los de Huerta pagarían
todos los años el día de Todos los Santos, 1 de noviembre, la cantidad de un
maravedí con destino al refectorio de la catedral.
Desconocemos si
el maravedí se sigue pagando o su equivalencia actual en euros, pero no estaría
de más que la costumbre se mantuviera como la vida en las calles de Boñices
pues hoy se trata de un despoblado, lo que no significa que esté abandonado.
Boñices fue uno de los lugares
reflejados por Benito Pérez Galdós en su novela soriana “El Caballero
Encantado” quien suele ofrecer datos que parece
que tomó del diccionario de Madoz aunque en este caso ambos autores difieran al
tratar de Boñices. De este pueblo –en el que nunca estuvo– Galdós dice cosas
como que "… se llama Boñices, que a
poco que se resbale la lengua la llamaríamos Boñigas: tal es su insignificancia
y humildad. Los niños descalzos y andrajosos, las mujeres escuálidas y con ropa
remendada... desdichadas personas".
Más tarde explica que todo el pueblo está rodeado de
agua estancada que produce enfermedad...
Sin embargo, y pese a estas críticas recibidas, en el
desarrollo de la novela el lector no puede dejar de sentir cierta simpatía por
la humildad y bondad de las gentes de este pueblo.
Interior
de la iglesia de Boñices (Soria).
Autor fotografía:
José Antona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario