El 23 de agosto Franco visitó la provincia de
Soria, concretamente la capital, Covaleda y San Leonardo de Yagüe, y desde el
balcón del ayuntamiento capitalino ofreció un discurso que, como poco, nos
suena mucho pese a lo que han cambiado los tiempos.
Delante de la multitud reconoció que Soria seguía siendo la cenicienta
de España pero que eso iba a cambiar: "…Sorianos: yo os aseguro que, una vez más, los últimos serán los
primeros y que estos pueblos, un día pobrecitos, de Castilla, tendrán también
sus industrias y sus riegos, disfrutando de los frutos de la gran obra del
resurgimiento nacional".
Tras el correspondiente desfile militar también acudió a visitar la
Colegiata de San Pedro donde se le recibe bajo palio y besó el Lignum Crucis, a
la ermita de San Saturio, al campo deportivo de San Andrés, al Museo Numantino,
y a la Diputación, donde le impusieron la medalla de oro de la provincia y
donde almorzó. Por la tarde marchó a Covaleda para inaugurar un arco triunfal y
una ermita en el campamento que lleva su nombre, y al final de la jornada
continuó su viaje hacia Burgos.
Fotomontaje del desfile de Franco en la plaza Mayor de Soria (JCyL AHPSo 1948) sobre una foto actual. |
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