Ante la caótica situación administrativa en la
que se encontraba entonces inmerso el país y que hacía imposible cualquier organización
eficientemente coordinada, dos años antes las Cortes de Cádiz dispusieron la
necesidad de establecer un nuevo organismo, las diputaciones provinciales que
en número de treinta y una se crearán en el todo territorio nacional
-península, islas y en ultramar- con el fin de promover la prosperidad de su
demarcación.
La inestabilidad política del
país obligó a que el cumplimiento de este decreto sobre la fundación de las
diputaciones provinciales se hiciera muy lentamente. La de Soria por ejemplo se
constituyó formalmente el 15 de mayo de 1813 presidida por Durán pero no será
realmente efectiva hasta el 3 de agosto de 1814 cuando tome posesión como jefe político su primer presidente, don
José María Puente, como Jefe Superior Político de la provincia de Soria. La asamblea
constitutiva se celebró en la casa consistorial del ayuntamiento de Soria, hoy
Palacio de la Audiencia. Entonces la provincia de Soria se extendía desde el
Ebro hasta el Tajo y quedó dividida en nueve partidos.
El regreso del rey Fernando VII al país trajo muchos cambios, siendo el
fundamental el regreso al absolutismo y la anulación de todas estas
disposiciones que daban derechos que el rey no había otorgado por lo que las
diputaciones provinciales volvieron a desaparecer. Pero su germen ya estaba
sembrado y en poco tiempo volvieron a surgir con fuerza y gozarán de buen
estado de salud más o menos hasta la actualidad cuando algunos pugnan por
hacerlas desaparecer, algo que en algunas provincias puede ser hasta lógico
pero que en Soria sería un error pues su papel es imprescindible.
Palacio de la Diputación provincial de Soria. Foto Salvador Vives en Revista de Soria nº 1 (1968). |
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