En pleno proceso álgido de la Guerra de la Independencia el general
Durán se encontraba entonces en tierras riojanas recuperando terreno al francés
plaza a plaza y pueblo a pueblo, pero no había olvidado otro de sus objetivos
principales, la toma de la ciudad de Soria para lo que había adoptado la
estrategia de hostigar continuamente a las patrullas francesas que patrullaban
por los caminos y particularmente atacando a la intendencia gala que les
proveía de alimentos, noticias y municiones. Durán encargó al capitán Tabuenca la orden de que no llegasen
suministros a Soria y para ello distribuyó un bando en el que declara reo de
muerte a todo vecino que fuese sorprendido suministrando bien alguno a los
franceses, advirtiéndoles también que sería confiscado todo ganado que se encontrase
a menos de tres leguas de la capital.
Estos ataques supusieron un gran éxito para la
estrategia de Durán pues además de privar al enemigo de bienes básicos minaba su
moral y medraba la local que cada vez veía más cerca su liberación. Ante esta
situación el gobernador militar francés contraatacó en la parte más débil, el pueblo
de Soria, y tal día como hoy tomó sus represalias y ordenó incendiar el arrabal
de Soria de resultas que diecisiete casas de la plaza Herradores y la zona de
la hoy calle Numancia fueron totalmente destruidas. Lo que no sabían es que
aquella orden fue el último atropello aquí cometido por los franceses a quienes
les quedaban semanas en Soria.
Tras el incendio el Ayuntamiento pidió a Dionisio
Badiola un proyecto para reconstruir la zona de plaza Herradores, calles
Numancia y Ferial. El arquitecto presentó un interesante y ambicioso proyecto
que no se llevó a cabo pero que tanto realce habría dado a nuestra ciudad.
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