El 22 de agosto de 1936 tropas de los sublevados detuvieron
en Barahona al maestro Rufino Felipe Gómez Escribano -natural de Borobia, tenía
27 años de edad, esposa y una hija, llevaba tres años trabajando allí- quien fue fusilado ese mismo día en el paraje
de Villasayas “El Cargado”.
El caso del maestro de Barahona no fue la excepción, y es que en
cualquier régimen totalitario los maestros han sido y son los primeros en
sufrir las iras de los intolerantes pues en ejercicio de su labor docente
suelen achacárseles la culpa de haber educado a hombres y mujeres libres, y bajo
sus propios conceptos eso es intolerable.
Tras el golpe de estado de 1936 en la provincia de Soria la mayor parte
de los maestros de escuela fueron sometidos a Expedientes de Depuración con
castigos diversos que iban desde la suspensión de empleo y sueldo, a multas,
prisión o la muerte. Según su particular punto de vista, el hecho de ser
maestro constituía casi un delito pues, en principio todos eran sospechosos de
ser simpatizantes del régimen legalmente establecido lo que es posible que
fuera cierto pues los maestros habían mejorado mucho sus condiciones laborales
y formativas durante la República. Se calcula que en Soria fueron más de
doscientos los maestros apartados de la docencia y de ellos al menos veinte
fueron fusilados.
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